Durante las últimas décadas, el sector energético ha sido testigo de una imparable convergencia de costes entre el modelo basado en tecnologías sucias y peligrosas (combustibles fósiles y nuclear) y el modelo basado en fuentes renovables, que son intrínsecamente limpias. Las primeras se han ido encareciendo paulatinamente, tanto en costes directos (agotamiento de los yacimientos de fácil acceso, aumento de las inversiones en seguridad), como en indirectos (contaminación y cambio climático, tensiones geoestratégicas, guerras). Mientras que las segundas, gracias a las economías de escala y aprendizaje en los sistemas de producción y a que se basan fundamentalmente en la energía gratuita del sol, han visto cómo sus precios iban disminuyendo, en muchos casos, casi en progresión geométrica. Nos encontramos, por tanto, con un escenario muy distinto del existente hace tan sólo unos años; pero también muy diferente de la idea que la opinión pública tiene respecto a los temas de energía. Cuando se afirma que un modelo energético limpio constituye una “opción deseable”, pero que actualmente es inviable por su elevado coste, es el tópico desactualizado el que habla. En realidad, hoy en día, es mucho más correcto afirmar que es el modelo basado en el despilfarro energético y en fuentes de energía contaminantes el que no nos podemos permitir. La prioridad de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético (NME) pasa, por tanto, por cambiar la errónea percepción que muchos ciudadanos tienen sobre nuestro sistema energético. Que la ciudadanía conozca, entre otras cosas, las razones de por qué la tarifa eléctrica ha subido un 80 por ciento desde el año 2004, empobreciendo al consumidor doméstico y dificultando la supervivencia de muchas empresas. Sólo desde una opinión pública informada y crítica será posible romper la alianza de hierro que existe entre los gobiernos y las grandes compañías del sector de la energía, cuyos enormes beneficios y poder dependen de su modelo centralizado, contaminante y basado en maximizar la dependencia de los ciudadanos y los pueblos. Tenemos que convencer a los gobiernos de que les conviene más una alianza con los ciudadanos y con el medio ambiente. Y de que la sostenibilidad ha de ir de la mano del concepto del bien común y no de los intereses de una minoría más allá de todo control democrático. ¿EN QUÉ CONSISTE EL NUEVO MODELO ENERGÉTICO (NME)? El nuevo modelo energético se construye sobre cuatro pilares esenciales:Ahorro: No existe mejor gestión de la energía que aquella que persigue eliminar todo consumo innecesario. En el NME, el kW hora no consumido debe ser siempre la primera opción, por delante sin duda del consumo limpio y renovable. Desde el Código Técnico de la Edificación, a los programas de rehabilitación residencial, pasando por los planes de movilidad y el transporte de mercancías, todas las necesidades de los ciudadanos y el funcionamiento de la economía deben construirse desde la perspectiva de la lucha contra el despilfarro energético, es decir, con criterios de ahorro y eficiencia energética. Renovables: Las tecnologías renovables son las que utilizan materias primas energéticas autóctonas, que se regeneran y que no emiten (o lo hacen de forma mínima o neutral) contaminantes a la atmósfera. Estas formas de obtener energía deben desplazar lo antes posible, pero de forma planificada (de acuerdo con criterios ambientales, económicos y sociales), a las tecnologías sucias y peligrosas. La penetración de las mismas debe ser paulatina y creciente para maximizar el aprovechamiento de la curva de aprendizaje y, de este modo, intensificar la inversión en nuevas plantas de generación limpia cuando los costes sean menores, al tiempo que se desmantelan de forma ordenada las centrales convencionales. Eficiencia: Como complemento necesario al ahorro y a la difusión de las renovables es necesario transitar hacia un modelo en el que se aproveche al máximo la energía imprescindible. Esto no tiene por qué significar una merma en el bienestar de los consumidores, sino, en todo caso, un pequeño reajuste en los hábitos de consumo y un despliegue de dispositivos y tecnologías complementarias que optimicen automáticamente el mejor uso posible de la energía en cada momento. Este nuevo paradigma apunta hacia las redes inteligentes, pero también a la definición de estructuras dinámicas de precios o al recurso a sistemas de acumulación para gestionar los picos de demanda. Soberanía: La mayor parte de las tecnologías renovables permite una distribución descentralizada. Por ello sería un error reproducir con renovables el modelo centralizado y oligopolístico que caracteriza al sistema energético actual. Esto supone favorecer, en la medida de lo posible, la soberanía individual a través del autoconsumo (mediante paneles solares fotovoltaicos y térmicos, calderas de biomasa, sistemas geotérmicos, turbinas minieólicas, etc.), pero también la preferencia por plantas renovables de tamaño medio vinculadas al consumo local. Se trata de devolver al ciudadano, al menos desde el punto de vista energético, cierto control sobre su vida.Soberanía significa igualmente educación e información, así como capacidad democrática de decisión sobre el modelo energético a escoger en el ámbito local/comarcal.Y soberanía significa igualmente, independencia energética. Aprovechar que las materias primas renovables son ubicuas, para liberar a los pueblos del sometimiento actual a los pocos que poseen recursos fósiles y nucleares, más aún cuando se trata de recursos en trance de agotamiento (pico del petróleo). ¿POR QUÉ ES NECESARIO CAMBIAR NUESTRO MODELO ENERGÉTICO? Desequilibrios macroeconómicos: Buena parte de los problemas que padece nuestra economía se deriva de nuestra alta dependencia de los combustibles fósiles (de las más altas de Europa). Inflación: Igualmente, la causa principal de que nuestra economía sea incapaz de mantener los precios controlados es porque importamos inflación en la cotización del barril del petróleo. Incluso en momentos como el actual de profunda y prolongada crisis económica, la cotización del barril nos ha sorprendido con máximos históricos en euros. No vamos a abaratar nuestros precios de exportación, por mucho que recortemos y recortemos los salarios de los trabajadores, mientras se sigan disparando los costes financieros y el precio de la energía. Actividad económica y empleo: Las renovables, las técnicas constructivas y la implementación de dispositivos de ahorro y de uso inteligente de la energía suponen un inmenso yacimiento de puestos de trabajo, tanto en su primera instalación como en el mantenimiento y operación. Un sistema energético descentralizado basado en las renovables es mucho más intensivo en mano de obra (mucha de ella, además, cualificada) que el modelo centralizado vigente en la actualidad. Independencia y seguridad de suministro: Las energías renovables son, en conjunto, ubicuas. En todas partes hay viento, sol, gradiente geotérmico, biomasa, cursos de ríos o empuje de las olas. Las materias primas energéticas convencionales están, sin embargo, muy localizadas en determinados países, muchos de los cuales son además muy inestables políticamente (en buena medida por contar con estos recursos). Transitar hacia el NME significa dar una nueva oportunidad a una gobernanza mundial más justa y menos conflictiva. ¿POR QUÉ ES POSIBLE YA LA TRANSICIÓN HACIA EL NME? Pero para que tenga éxito la transición, y se logre con la urgencia que nos impone el imparable deterioro medioambiental, pero también la creciente brecha social, es imprescindible rediseñar el sistema energético alrededor del modelo sostenible y limpio. Abandonar el discurso políticamente correcto de que todas las tecnologías son necesarias en el mix, incluso en el largo plazo, para afirmar de forma enfática y sin vuelta atrás, que tenemos que encaminarnos hacia un modelo en el que sólo haya sitio para el ahorro y las renovables, y que es necesario introducir todos los cambios que precise el sistema para implementar el NME de la forma más eficiente posible. Igualmente no habrá NME, o éste se producirá tarde, sin una acción decidida por colocar lo temas energéticos en el lugar que le corresponde dentro del debate social. Las razones económicas tardan en tener efecto cuando es necesario luchar contra poderosas inercias de concepto. Será preciso más concretamente, entre otras cosas: |